17.10.05

La enésima cazorlada


Hace un par de semanas. Cazorla, por enésima vez, Cazorla. Qué tendrán sus recorridos y paisajes que nos llaman una y otra vez; es difícil y a la vez sencillo de entender: tienen todo lo que un fanático del mountain bike puede pedir. La vista, la subida imposible, la subida "cómoda", la bajada imposible, la trialera interminable...
La ruta del sábado fue magnífica como siempre que la hemos hecho, por mucho que haya que andar tramos largos en la subida al Gilillo por la famosa trialera. Merece la pena, y el hecho de rodar a duras penas cortos tramos de la mencionada subida, con más fe que destreza, sube la autoestima ciclística varios puntos por encima de los pisamoquetas que no se atreven a semejante hazaña y se desvían por la cómoda pista. Las trialeras del resto de la ruta compensan cualquier nivel de sufrimiento al que te rebajes en el arrastre hacia arriba de la bici, incluso el de Sergio, que, aunque ninguno logramos comprenderlo, sigue sin aborrecer la bici. Un diez para su espíritu, su moral y su sonrisa eterna por muy hundido que vaya y por mucho que sepa que lo va a estar aún más.
El domingo fue un poco más ligero, pero entretenido para la mayoría. Cómoda subida tendida por pista de pendiente suave, y bajada rápida y relativamente técnica hasta el mismo Cazorla. Lo más destacable fue el esfuerzo que tuvimos que hacer para sujetar a Saturio cuando un "autóctono" le enseñaba la rueda de su Epic en la subida. Y yo que pensaba que con el yoga y las transfusiones de horchata había acabado con todos sus impulsos...

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