Rutón al cuadrado

Después de "Rutón", aquel artículo donde se relataba cómo Zamorilla conseguía el carné de biker gracias a su pundonor, este pasado fin de semana repetimos dicho recorrido cazorleño en un grupo más numeroso.

El resultado fue de retirada de carné para Zamorilla y de disfrute casi total para casi todos los demás. Casi total porque la ruta del domingo no estuvo exenta de una gran dureza, y casi todos porque hubo quien sufrió lo indecible para terminar la ruta con una cierta dignidad. Sí, más o menos lo consiguió.

La ruta del Cabañas y el desfiladero del río Guadalentín va camino de convertirse en una clásica de nuestras escapadas a Cazorla. Lo tiene todo: una subida de 20 kms, una cima de 2000 m, una trialera de muchos kilómetros con la emoción de un precipicio considerable en muchos momentos y otra subida muy larga por caminos estrechos y sendas que acaba de rematarte si vas un poco justo.

El nivel del grupo quedó patente en una ruta tan dura, y más teniendo en cuenta que, excepto nuestro guepardo Enrique, nadie está en una forma demasiado boyante. Sin embargo, quedó claro que todos son auténticos jabatos y se les puede llevar a los recorridos más duros y técnicos, porque no se achican fácilmente. Eso sí, hay quien todavía sufre pesadillas por las noches en las que sueña que se despeña sin remedio al salirse en una de las curvas de la trialera peligrosa favorita del Bosnio. Es verídico, no se despierta sobresaltado y sudoroso pensando en lo que le va a quedar de pensión en cuatro años mal contados, sino en el precipicio de la trialera hacia el pantano de La Bolera.

Previamente, el sábado, cinco jinetes habíamos realizado otra ruta muy seria, de la mitad de duración que la del domingo, tres horas, pero de un desnivel muy considerable. El Bosnio y el Guepardo demostraron su habilidad y su fuerza, respectivamente, y todos disfrutamos de un recorrido de los que uno sueña: trialeras y senderos interminables y razonablemente limpios donde rodar es muy cómodo... cuesta abajo, claro.