¡Rutón!

Zamorilla:
-¡Esto es más duro que la carretera!

El Bosnio y yo nos miramos preguntándonos cómo nuestro amigo "dromedario sonriente", que unos días atrás había terminado con éxito los 170 km de carretera, podía haber pronunciado esa frase entre estertores de agonía.

-Es que el mountain bike es "mu" duro, Zamorilla.

Al cabo de sólo un par de horas, de subida, eso sí, nuestro amigo ya daba claras muestras de fatiga, y pedía clemencia y "un puntito menos". Sin embargo, nos sorprendía su moral inquebrantable ante cualquier tipo de adversidad, ya fuera en forma de subida imposible, trialera peligrosa o revolcón con pérdida de conciencia momentánea.

Adoptar el papel de Sergio, y más en petit comité, es difícil de aguantar psicológicamente, pero creemos que Zamora ha seguido algún plan de entrenamiento mental con profesionales, puesto que a cada calambre respondía con mejor humor.

Y menos mal, porque la rutita no admitía tonterías:
-Subir dos horas por una pista algo aburrida, pero que ya te deja algo tocado para lo que viene.
-Subir unos rampones bastante importantes, al límite de lo que se sube en bici.
-Bajar, casi improvisando, por una trialera de las que nos gustan. Peligrosa, vamos. No tanto por la trialera en sí, sino por la caída al vacío si te descuidas.
-Arreglar con un cable de cambio una maneta de freno de disco partida. El Bosnio también "casi se cae", a veces.
-Llanear un poquito, lo justo, por una pista junto a un pantano, por fin lleno.
-Subir un sendero disfrutón pero bastante duro por la acumulación de kilómetros.
-Creer que todo había acabado por una pista principal en la que adelantamos a dos bikers, que hablan en valenciano en nuestra presencia, a pesar de darse cuenta que somos del interior peninsular, sobre todo por el acusado deje almodoveño del Bosnio.
-Por supuesto, terminar con una "bosniada", bajando un caminito viejo de esos algo peligrosos si la emoción te invade.

Un rutón de los que hay que hacer sí o sí y donde se demuestra quién es un biker y quién es un simple "carretero". Por suerte, allí sólo hubo bikers.