23.4.06

Mark Vanderloo no sólo sabe desfilar



Después de un tiempo de profunda depresión, ya me siento con fuerzas renovadas para volver a escribir una de mis crónicas.

Seguramente, más de uno pensará: "¿Mario con una depresión? Pero si es maestro... ¡Venga ya...!". Pues sí, en efecto, tras la Cazorla Bike Maratón caí en una profunda depresión y crisis de identidad ciclística.

El fín de semana fue memorable por distintas razones, y todas tuvieron como protagonista a nuestro particular top model ciclista. La cena del sábado fue probablemente una de las más divertidas y a la vez "incómodas" (para mí ni un pelo, pero para otros...) que recuerdo. Antonio, El Hombre, fue el objeto de todo el culto y la admiración de Vanderloo-Orozco, y de las risas incontrolables de todos los demás presentes. Sin embargo, me guardo la experiencia en el cajón de mis recuerdos, porque como diría Joserra, "contarlo ya no es igual, hay que estar allí".

En cuanto a la ruta en sí, culpable de mi caída en el mundo de los ansiolíticos y antidepresivos varios, la cosa se resume en tres palabras: penar, penar y penar. Y para colmo hay que aguantar que un globero "de tres al cuarto", eso sí, vestido a la última y con un contoneo rítmico de caderas como solamente se puede aprender en Cibeles, te pase casi en el último momento y entre por delante en meta. Ni Dani ni yo lo creíamos, pero allí estaba, impecable, esperándonos para darnos un abrazo como los que se dan las modelos con su diseñador.

La pesadilla solo acababa de comenzar. En la siguiente entrega, el segundo capítulo de mi historia de reconversión ciclística hacia el budismo y el tantra de manos del profeta Saturio, todo por culpa de una misma persona.

Por cierto, Óscar también dice que corrió en Cazorla.

No hay comentarios: