20.1.14

¿Qué es ciclismo?

En un fugaz repaso a la acepción de la palabra "gloria" que alojo en mi mente, un sprinter rebasa la línea de meta en un ajustado y memorable final, que requiere foto finish. El escalador al que todos adoran realiza la etapa soñada: una larga escapada en solitario y una épica ascensión final al coloso alpino, y alza sus brazos al cielo entre vítores y ruido de obturadores. El clasicómano de impresionante palmarés vence en el monumento que ya le vio ganar en anteriores dos ocasiones y entra en la historia de la mítica carrera. Gloria.

Todo lo que yo soñaba de niño, joven y amateur. Todo lo que sigue escapando de mí a una velocidad que ya he asumido que me será imposible alcanzar hoy, el día. El último día. Es curioso que sea hoy cuando no siento nervios mientras me subo los tirantes del culotte o que solamente visite una vez el baño antes de salir del hotel. No se prevén homenajes. La mía no es una retirada soñada. Tan sólo acaba mi temporada, pues serán los jóvenes los que disputen las dos o tres últimas carreras, meras "romerías", como decimos en el equipo. El año que viene las ruedas seguirán girando, pero no para mí, que no he conseguido un contrato de profesional que me permita vivir como un profesional.

No recuerdo muy bien cómo fue el proceso de conversión de juvenil prometedor a profesional invisible. Supongo que fue un cúmulo de circunstancias: no poseer unas fantásticas cualidades; aquellas dos malditas caídas casi consecutivas en el que pretendía ser mi mejor año y, quizás, la falta de confianza propia y ajena en mis escasas, todo sea dicho, posibilidades de victoria en carreras de segunda. Recuerdo mucho mejor el resultado que el proceso. Los kilómetros interminables al frente del paquete. El viento. Los viajes al coche para cargar bidones. El viento. La extraña sensación de deber cumplido tras reventar tirando para el líder en una etapa sin televisión. Ni siquiera televisión hoy. Se parece demasiado a la desazón el deber cumplido cuando evitas por poco el fuera de control. El viento.

Pero si hay algo que no alcanzo a comprender es cómo he podido llegar hasta hoy. Qué me ha movido en el deporte de la gloria. Yo nunca siquiera rocé la gloria. No la olí. La ví casi por televisión cuando pasaba invisible tras los micrófonos que entrevistaban al hombre de la etapa, que nunca era yo. ¿El dinero? No me hagas reir. Nunca pensé en él más que para cerciorarme que la cuenta del banco al menos me permitía pagar las letras de la casa y el Mini clásico del que me encapriché. Y sin embargo, es hoy cuando me hago estas preguntas. Y es hoy cuando me veo a mí mismo arrastrado por una estúpida e incomprensible inercia cíclica que sólo incluye entrenar, comer, descansar, dormir, correr. Y vuelta a empezar. Repaso mi vida y sólo veo ese círculo. Una rueda. 

-¿Qué ha sido el ciclismo para tí?- pregunta el solitario periodista local, casi un amigo, que se ha acercado a mi última carrera. Vuelvo en mí de mis oscuros y amargos pensamientos, que han esperado años ocultos tras la cortina que yo mismo corrí, para joderme el último día. 
-¿Qué es el ciclismo?- me repite, inquisitivo y molesto.
-Ciclismo soy yo- respondo de malos modos.




No hay comentarios: